Un día de trabajo en Mozambique es siempre una nueva experiencia, nuevos paisajes y personas. Los sentimientos muchas veces son difíciles de explicar. El tener la oportunidad de salir de la ciudad y visitar una aldea te abre el verdadero Mozambique, lleno de pobreza y a la vez lleno de riquezas, el calor y simpatía que transmiten sus habitantes. Sin mucho que hacer, siempre pegados a la tierra que les brinda los alimentos, esos con los que pueden sobrevivir un día mas. Estas personas te reciben con los brazos abiertos, con la ilusión de aprender nuevos conocimientos y conversar sobre la vida. Ellos escuchan, aprenden y te enseñan de corazón.
Lo que ves es lo que hay. Por unos instantes llegas a sentirte libre de ataduras, como si el mundo ahí fuera se hubiese detenido, esperando un cambio imposible en nuestras conciencias.
Lo que ves es lo que hay. Por unos instantes llegas a sentirte libre de ataduras, como si el mundo ahí fuera se hubiese detenido, esperando un cambio imposible en nuestras conciencias.